Sunday, September 21, 2008

Frustraciones Olimpicas

Mientras transcurren los Juegos Olimpicos de Beijing (que a mí me enseñaron como Pekin en mis años de escuela), la frustración por los penosos resultados de los atletas mexcanos crece. Los comentarios en televisión y periódicos son de todos tipos: Que si Michael Phelps fuese una nación, ya igualaría al número de preseas obtenidas por México en toda su historia, que si Etiopía ya tiene de oro y México no, que si hay que invertirle más a los atletas, que si ya se les invierte suficiente y a la hora definitiva no tienen la mentalidad, que si los uniformes estuvieron mal hechos, que si todos hicieron su mejor esfuerzo y están satisfechos con sus resultados (que nos pregunten a los contribuyentes cautivos si estamos satisfechos) que si las televisoras con tal de ganar el rating empujan a los atletas a una desconcentración total al ponerles a toda su familia, abuelitos, primas, tías, sobrinos, todos hasta el perico enlazados para gritar porrar, que si los chistes de mal gusto y por demás vulgares son los que elevan más el rating, que si una de las dos televisoras "grandes" le da las gracias a los atletas por perder, en pseudo anuncios por demás cursis, que si siempre se quedan en el casi, que si un cuarto lugar es "satisfactorio" en fin...

Como ya estoy harto cansada de tanta tontería y ciertamente me genera gran frustración que la delegación mexicana no cuaje, mejor me refugio en mis libros. Así es, querido lector, si usted se encuentra tan fastidiado de este deja vu de cada cuatro años, donde se repiten los mismos paupérrimos resultados, haga lo que yo. Busquése un buen libro, olvídese de la dinámica de la frustracion olímpica y mejor póngase a leer. Yo tengo dos muy buenas recomendaciones que pueden interesarle: Pasiones Romanas de Maria de la Pau Janer, Premio Planeta 2005 y Casi Perfecto de Marina Mayoral, Alfaguara.

Así, con buena lectura, la fiebre de frustración olímpica, se va alejando y con ella los dolores de estómago, la tristeza y la sensación de que en este país, solo podemos ser número uno en secuestros. Pongámonos a leer todos, a ver si así alcanzamos un número uno en libros leidos por persona, eso sí sería digno de comentarse.

A saber.

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